Hace unos días escuché en el programa "Asuntos propios" de RNE una entrevista a Loquillo. Me llamó mucho la atención que, cuando Toni Garrido le preguntó por la SGAE, Loquillo dijese algo así como "es lo último que queda del Sindicato Vertical". Loquillo explicó que en su día se atrevió a plantar cara a los gestores de la SGAE y se lo hicieron pagar caro. El cantante decía que apostaba por una gestora profesional y apolítica.
La SGAE ostenta el dudoso honor de haberse convertido en la entidad más odiada de España. Tengo que reconocer que casi me alegro, pues en su día fue declarado su enemigo público nº 1 en Ibi (fue hace años, cuando me ocupe de defender a un puñado de empresarios de la hostelería contra una avalancha de demandas que presentó la SGAE en el Juzgado). Pero con independencia de cuestiones personales, lo cierto y verdad es que las noticias que van apareciendo en prensa son suficientemente ilustrativas.
Según las últimas investigaciones hechas públicas, los imputados gastaban a manos llenas con la seguridad de que las facturas iban a ser pagadas en último caso por la SGAE a través de un entramado de sociedades aparentemente independientes diseñadas por los imputados y que no realizaban ninguna actividad de prestación de servicios como para recibir esos ingresos. Los gastos, las facturas, dice el sumario, son totalmente suntuarios. Compras y alquiler de coches, viajes de lujo, apartamentos para el verano, regalos de empresa, joyas, lencería y hasta las compras del supermercado.
La gravedad de lo que aparece en las diligencias judiciales ha provocado que el Juez Ruz haya decidido decretar de nuevo el secreto de sumario, ya que parecer ser que hay mucho más que un presunto delito de desvío de fondos a través de un entramado de sociedades. Para el que tenga ganas de curiosear o bucear en las Cuentas Anuales de la SGAE, aquí tiene el enlace.
Incluso Ramoncín, que ha intentado desmarcarse de la banda, aparece implicado en la trama. El cantante comió con el presunto cabecilla de la trama defraudatoria, José Luis Rodríguez Neri, en un conocido restaurante madrileño apenas 15 días antes de que la policía judicial irrumpiera en la sede de la Sociedad General de Autores. La Guardia Civil comió en la mesa contigua y realizó un reportaje fotográfico de la entrada y salida de los comensales que está incluido en el sumario. Según parece, no tramaban nada bueno.
Siempre he defendido y defenderé el derecho de los autores a percibir ingresos por sus creaciones, pero me opongo y me opondré a esa asociación de rufianes y pedigüeños en la que se ha convertido la Sociedad General de Autores. Una cosa es querer vivir de sus creaciones, y otra muy distinta es articular un entramado fraudulento y antijurídico, impidiendo incluso a los autores su derecho a participar en el lucro, o imponiendo un canon por copia privada (cuando la copia privada es un derecho).
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