Escribo esto cuando está a punto de ser medianoche. Llevo un par de horas pendiente del Twitter, único canal de comunicación que me permite estar enterado de lo que está pasando en Madrid con la manifestación que se ha organizado de forma espontánea para protestar contra la brutalidad policial del pasado 18 de agosto.
La manifestación tenía previsto llegar a la Plaza Jacinto Benavente, cerca de Sol, pero un descomunal despliegue policial lo ha impedido. Los manifestantes han ido jugando al ratón y al gato, desviando el trazado de su "caminata" por Madrid, en un intento de acceder a la Plaza Sol, pero hay docenas de "lecheras" (como denominan a los furgones policiales) y más de 200 policías antidisturbios para impedirlo.
En su trayecto, los manifestantes se han cruzado con peregrinos de la JMJ y las reacciones han sido variadas: desde la indiferencia (sugerida por muchos), hasta el cruce de insultos y esloganes peculiares: "Esta es la juventud del Papa" contra "Esta es la juventud que paga" y cosas así. Me resulta curioso comprobar que mucha gente que se define como cristiana haga apología de la violencia policial. Los altercados no están siendo cubiertos por ninguna cadena de televisión, pero RTVE tiene una cámara fija en Sol que emite en directo lo que ocurre.
La etiqueta #19A en Twitter genera docenas de mensajes por minuto y de su lectura me puedo hacer una idea de lo que está pasando. Llega la hora de colgar esta entrada y lo voy a dejar aquí. No estoy seguro de que los informativos de mañana cuenten con detalle todo lo que ha ocurrido en Madrid en estos últimos días, excepto lo relacionado con la visita papal.
Insisto en que la manifestación de anoche tenía como única finalidad protestar por la brutalidad policial de la noche anterior. Escenas como la que muestra este vídeo, la inadmisible e injustificada agresión de un policía a una chica joven en la noche del 18 de agosto, prueban que la protesta está más que fundamentada.
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