Aclaremos que el título de la entrada no tiene relación con las Fiestas de Moros y Cristianos. Simplemente es una forma de titular las reflexiones que me han producido un par de noticias recientes y que paso a comentar.
Hace unos días leía que un sudanés acusado de brujería fue condenado a muerte y decapitado con un sable en Medina, en el oeste de Arabia Saudita, según anunció el ministerio del Interior. Abdelhamid Husein al Feki fue declarado culpable de "practicar la brujería y la magia" prohibidas en el reino, precisó el ministerio en un comunicado publicado por la agencia oficial Spa.
Resulta que en Arabia Saudita, como en otros muchos paises, se aplica la sharia, es decir, la ley islámica, lo que implica castigar con la pena capital delitos como la violación, el asesinato, la apostasía, el robo a mano armada y el narcotráfico. En estos países, derecho y religión se confunden, el Corán hace las veces de norma jurídica de máximo rango y los religiosos se convierten en jueces. Esto provoca situaciones tan peculiares como la ocurrida con un redactor jefe de un periódico saudí, que fue suspendido de forma provisional de sus labores por haber escrito un artículo en el que analizaba el concepto de Dios.
No tengo nada contra la religión, pero me preocupa cuando ésta deriva hacia una ortodoxia extrema y, sobre todo, cuando se convierte en fundamentalismo. Y me preocupa que la Iglesia y los curas pretendan dirigir el camino de los legisladores. Ya viví algo de esto en mi juventud, cuando se discutía la Ley del Divorcio y desde muchos púlpitos se lanzaban proclamas fundamentalistas. Os aseguro que en aquella España había auténticos talibanes.
Y es lo que estamos viviendo hoy en día en España en cuestiones como el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, asuntos en los que el Partido Popular ejerce de correa de transmisión de la Conferencia Episcopal.
No quiero ni pensar qué podría pasar el día en el que en España la Biblia ocupase el lugar de la Constitución. Os dejo este enlace a una recopilación de citas escalofriantes de la Biblia, entre las que hay una que me recuerda a lo ocurrido en Arabia Saudita: "Todo hombre o mujer que llame a los espíritus o practique la adivinación morirá apedreado" (Levítico 20:27).
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